Con la llegada del invierno, es momento de revisar la instalación de calefacción y comprobar su funcionamiento. Uno de los elementos que más impacto tiene en la estética y funcionalidad de la vivienda es el radiador.

Su forma y materiales han evolucionado a lo largo del tiempo y aunque hoy en día existen nuevos sistemas de calefacción invisibles -como el suelo radiante- lo cierto es que la presencia de radiadores es mayoritaria en toda España.

En ocasiones, es necesario instalar o sustituir los radiadores de la vivienda; por ello, hemos realizado un repaso de los distintos tipos que existen en mercado, para que conozcas un poco mejor sus características. Nuestro objetivo es ayudarte a elegir el más adecuado para tu vivienda.

Los elementos a tener en cuenta a la hora de elegir radiador son:

  • – Material
  • – Potencia calorífica
  • – Peso
  • – Lugar de ubicación
  • – Tamaño y locaclización de la vivienda
  • – Presupuesto

¿De qué material están hechos los radiadores?

Los materiales más utilizados son hierro fundido, aluminio y chapa de acero.

1. Hierro fundido

Esto son los radiadores más comunes en los edificios construidos en los años 70 y 80 del pasado siglo. Tienen diferentes cuerpos y un aspecto robusto y pesado.

2. Aluminio

Son más actuales que los anteriores y los podemos encontrar en numerosas viviendas, sobre todo construidas a partir de los años 90.

3. Chapa de acero

Estos radiadores se fabrican en un panel de chapa de acero, con distinta longitud en función de las necesidades del espacio donde se va a instalar.

4. Radiadores de diseño

Este tipo de radiador admite multitud de diseños y medidas, con longitudes que pueden ir de suelo a techo. Normalmente se fabrican en tubos de acero y a la medida deseada.

5. Toalleros

Suelen utilizarse en los baños y se consideran una forma de radiador. Formado por tubos de acero, admite diferentes diseños.

El fabricante nos dará la potencia calorífica del aparato elegido, conforme a las especificaciones europeas, recogidas en la norma EN 442. La potencia calorífica se mide en watios y lo normal es considerar que 50W son suficientes para calentar un espacio de 1 metro cuadrado.

La cantidad de calor que emite cada radiador va a depender de su superficie y de la diferencia de temperatura entre esta superficie y el ambiente en el que está situado.

¿Cómo incide la ubicación de la vivienda?

Es obvio que las necesidades van a ser distintas en función del lugar donde se ubica la vivienda. El Código Técnico de la Edificación divide España en diversas zonas climáticas, que van de la A, zonas más cálidas, hasta la E, para las zonas más frías del interior y alta montaña.

Además, hay que tener en cuenta la ubicación de la vivienda, si es norte o sur, y el lugar en el que vamos a colocar el radiador. En ocasiones se ubican bajo una ventana, por lo que también conviene prestar atención a un aspecto esencial: el aislamiento.

¿Debo tener en cuenta la envolvente térmica?

Los radiadores que se comercializan actualmente están diseñados y fabricados para lograr una gran optimización energética. No obstante, si queremos que nuestra vivienda sea sostenible y lograr así una reducción en el gasto de energía, es importante pensar en la envolvente térmica de la vivienda.

La inversión en aislamiento puede ser costosa pero, a la larga, supone un ahorro importante y una mejora de las condiciones generales de habitabilidad para los propietarios.

La envolvente térmica sería algo así como la piel que protege nuestra vivienda frente a la temperatura, aire y humedad del exterior. Es clave a la hora de ahorrar energía y reducir las emisiones contaminantes al medio ambiente.

Los materiales constructivos y la calidad de ventanas y puertas acristaladas son elementos calve para optimizar nuestro sistema de calefacción en el hogar.

Temperatura de confort

En invierno, es aconsejable establecer una temperatura media entre los 18 y los 21 grados centígrados. De esta forma, se mantiene un ambiente saludable y un consumo de energía respetuoso con el medio ambiente.

Por la noche, es recomendable reducir la temperatura en 2 o 3 grados; así, podemos ahorrar energía y dinero manteniendo el confort de la vivienda.